Los doctores E. Ramírez y S. Luza -de la Universidad Peruana Cayetano Heredia de Lima (Perú)- publicaron en 1967 en Annals of the New York Academy of Sciences un artículo con el sugestivo título DMSO en el tratamiento de pacientes mentales en el que cuentan sus resultados tras tratar a 42 pacientes esquizofrénicos, maníaco-depresivos o neuróticos obsesivo-compulsivos a los que se dividió en dos grupos tratando a uno solo con DMSO y no recibiendo el otro más que la medicación habitual. Cinco mililitros de DMSO diluido al 50% que se les inyectó intramuscularmente de 2 a 5 veces al día según la gravedad de los síntomas. Los resultados variaron obviamente en función de la cronicidad de la neurosis siendo los casos agudos los de mejor resolución; de hecho la mayoría de éstos se recuperaron totalmente al cabo de 15 días de tratamiento; los más crónicos simplemente mejoraron pero no pudieron dejar el hospital, especialmente en el caso de los esquizofrénicos.
El Dr. M. J. Aspillaga y su equipo del Hospital de Niños Calvo Mackenna de Santiago de Chile publicaría en 1975 en Annals of the New York Academy of Sciences un trabajo con el sugestivo título de Terapia con DMSO para niños mongoloides con retraso mental severo. Y según se explica en él se administraron a 55 niños con Síndrome de Down (trisomía del cromosoma 21) inyecciones de 5 cc de DMSO al 5% junto con 5 miligramos de GABA (ácido gamma aminobutírico) y otros aminoácidos en días alternos y durante 3 meses. Divididos en dos grupos -mayores y menores de 3 años y medio- unos recibieron el tratamiento y otros sirvieron de control y no fueron tratados. Pues bien, los tratados mostraron al finalizar claras mejorías motoras y adaptativas así como leves mejoras en el uso del lenguaje que fueron muy notables entre los del grupo de más edad. En este grupo el coeficiente de inteligencia (IQ) pasó a una media de 40 en comparación con los 33 del grupo control. El personal sanitario del hospital manifestó de forma unánime la clara mejoría de los niños tratados con el DMSO respecto a sus parámetros previos al tratamiento.
Experiencia similar a la realizada por las doctoras A. Guiller y M. E. M. de Bernadou -del Hospital Pirovano de Buenos Aires (Argentina)- que se publicó el mismo año -1975- en Annals of the New York Academy of Sciences solo que esa vez con niños no-mongoloides. Con los mismos protocolos que en la experiencia chilena se trató a 13 niños sirviendo otros tantos de grupo de control y los resultados fueron similares: claras mejorías en los niños tratados.